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Hombre prejuicioso se humilla por dos

La semana pasada estuve en el Campus Party de Colombia, un espacio de una semana para los amantes de la tecnología y el mundo virtual. Aunque no pude estar todo el tiempo (había conferencias y eventos toda la semana a todas horas), pude ir en un par de ocasiones.

Una de las múltiples atracciones de este evento era la exhibición de la mesa interactiva de de Björk, así que partimos en su búsqueda. Yo no me atrevía preguntar por pena, de que se trataba esa vaina. Me imaginaba una mesa, en un material muy sofisticado como aluminio ultraligero, en donde Björk colocaba, de manera muy interactiva por supuesto, los micrófonos y los diferentes vestidos que intercambia durante sus conciertos. También pensé que podría ser una mesa de ping-pong o de futbolito que me parece son bastante interactivas también. Durante nuestro recorrido nos encontramos con diferentes mesas, a las cuales yo señalaba pensando orgullosamente que la había encontrado, y me respondían cosas como “no, esa no es, esa es la mesa de perros calientes”. Entonces me empezaron a explicar en que consistía, así que baje la cabeza avergonzado por haber sido descubierto y puse atención. Finalmente y después de muchas vueltas nunca encontramos la reactable table (¡jaja como la ven!) pero encontramos algo parecido.

Unos pelaos colombianos se inventaron su mesa interactiva también. Se trataba de una mesa (esta si era de madera) con un mantel plástico de cuadros blancos y rojos que la cubría. Asegurado a la mesa había un molino de maíz que me recordaba las visitas a la casa de mi abuela cuando era pequeño, y sobre la mesa había dos exprimidores de naranjas con sus respectivas rodajas exprimidas y al otro lado de la mesa, una báscula. De cada uno de estos artilugios salían cables que pasaban por aparatos electrónicos que ni siquiera intentaré describir, para terminar finalmente en unos parlantes. Hasta el momento un puesto de jugo de naranja. Lo interesante de todo esto era que cada vez que movías las cáscaras sobre los exprimidores o le dabas giros al molino, diferentes sonidos acompasados y rítmicos salían de los parlante, muy al estilo de mesa que utiliza doña Björk. Así que abandoné el lugar satisfecho por el hallazgo. Caminé un par de minutos cuando la malicia indígena que corre por mis venas me hizo dudar del instrumento. ¿Será que me están mamando gallo?, ¿Será que los sonidos están pregrabados? Me pregunte malhumorado, y regresé dispuesto a exponer la malintencionada farsa. Miré con ojos de desaprobación a los pelaos quienes amablemente presentaban su invención, y hasta moví una de las naranjas sin previo aviso para demostrar mi teoría, ¡¡¡¡¡aja!!!! Exclame con mis ojos abiertos y mi dedo acusador señalando a uno de los muchachos, pero la naranja sonó. Entonces sentí vergüenza por segunda vez en el día al probar que efectivamente el sonido provenía de la interacción con los objetos de la mesa y abandone el lugar rápidamente pensando en lo prejuicioso que esta sociedad me ha vuelto.

Fotos: Cortesía de Campus Party, Norma Peña.